Informe de Estudios Técnicos señala que la Isla enfrenta impactos directos e indirectos de la política comercial estadounidense, con implicaciones para la inflación, la industria farmacéutica y la estabilidad económica regional
SAN JUAN, Puerto Rico – El anuncio del presidente Trump el 2 de abril de 2025 sobre la imposición de nuevos aranceles recíprocos a socios comerciales de Estados Unidos ha sacudido los cimientos del comercio global y encendido las alarmas en Puerto Rico. Aunque la isla no es un país extranjero, su profunda dependencia de las importaciones –tanto desde Estados Unidos como del resto del mundo– la posiciona como un territorio especialmente vulnerable a los efectos colaterales de esta política.
La estructura del paquete arancelario es agresiva: un arancel base del 10% para países de América Latina y el Caribe, aranceles más elevados para potencias económicas como China (34%), Vietnam (46%), la Unión Europea (20%) y Taiwán (32%), además de un golpe significativo al sector automotriz con un arancel del 25% sobre vehículos fabricados en el extranjero. El cobre, la madera, los productos farmacéuticos y los semiconductores podrían ser los próximos en la lista.
Según el informe Puerto Rico: Import exposure to the new tariffs from the United States, preparado por la División de Análisis y Política Económica de Estudios Técnicos, Inc. (abril de 2025), el impacto en la isla podría sentirse tanto de forma directa como indirecta. Aunque las importaciones desde países extranjeros han disminuido en la última década, mientras crecen las provenientes del resto de EE. UU., Puerto Rico no es inmune. Muchos bienes intermedios y terminados que llegan a la isla desde el continente incluyen insumos extranjeros sujetos a aranceles. El efecto dominó es claro: mayores costos de producción y distribución que podrían traducirse en aumentos de precios al consumidor.
En un contexto donde la inflación venía moderándose, la nueva política comercial podría revertir la tendencia. Sectores clave como el alimentario enfrentan riesgos importantes: más del 40% de los productos agrícolas en la isla provienen del extranjero, y una porción adicional se importa vía Estados Unidos. El encarecimiento de estos productos pondrá presión adicional sobre los hogares puertorriqueños, que ya lidian con un alto costo de vida.
¿Una ventana de oportunidad para la industria farmacéutica?
El alivio temporal en el sector farmacéutico –exento por ahora de los nuevos aranceles– ofrece un respiro a uno de los pilares industriales de Puerto Rico. No obstante, el informe advierte que esta exención puede ser provisional, ya que la administración federal evalúa imponer también tarifas a este sector. La intención del gobierno es dar tiempo para que las farmacéuticas reubiquen su producción fuera de Europa, desde donde actualmente se importan muchos de los ingredientes activos.
Puerto Rico podría convertirse en un destino atractivo para esa relocalización, dado su ecosistema ya desarrollado en manufactura farmacéutica. Pero para aprovechar esa ventaja potencial, será necesaria una estrategia coordinada entre el sector público y privado.
El sector automotriz y el consumidor: golpe directo
El arancel del 25% sobre automóviles extranjeros supone una carga inmediata para el consumidor puertorriqueño. Se estima que el impacto por vehículo podría oscilar entre $3,000 y $6,000, dependiendo del nivel de contenido extranjero. Aunque esto podría estimular una compra apresurada de inventario existente, se proyecta una caída sostenida en ventas, que ya se esperaba que bajaran un 6% este año.
Uno de los elementos menos discutidos pero potencialmente más perjudiciales para Puerto Rico es la propuesta del Representante Comercial de EE. UU. (USTR) de imponer tarifas de servicio de hasta $1.5 millones por tonelada neta a barcos construidos en China que arriben a puertos estadounidenses. Esta medida, que aplicaría también al puerto de San Juan, elevaría los costos globales de transporte y encarecería aún más las importaciones en la isla.
La reacción de los mercados financieros ha sido inmediata y severa. Caídas abruptas en los futuros del Dow Jones, S&P y Nasdaq reflejan la preocupación por una posible recesión. La baja en los precios del petróleo y en el rendimiento de los bonos del Tesoro sugiere un movimiento clásico hacia activos seguros ante la incertidumbre. Para Puerto Rico, la baja en los precios del crudo representa un alivio temporal, pero la tendencia puede no sostenerse si los conflictos comerciales se intensifican.
El debilitamiento del dólar frente a otras divisas podría ayudar a sectores exportadores estadounidenses, pero no necesariamente a Puerto Rico, cuya economía está mayormente orientada al consumo interno y a la importación.
Un momento decisivo para Puerto Rico
La coyuntura actual es una espada de doble filo. Si bien los riesgos son evidentes –inflación, costos logísticos más altos, presión sobre sectores vulnerables– también emergen oportunidades: una posible reactivación de la producción agrícola, incentivos para la manufactura local, y una potencial reubicación de cadenas productivas hacia la isla.
Como concluye el informe de Estudios Técnicos, Inc., “el impacto final dependerá de la duración e intensidad de la disputa comercial, así como de la capacidad de Puerto Rico para aprovechar las oportunidades emergentes”. La incertidumbre reina, pero también lo hace la posibilidad de transformación.