Por Jennifer Negrón, CPCU, ARM
Business Development Manager Distribution AIG
La palabra “profesional” antes estaba asociada exclusivamente con ocupaciones derivadas de industrias como: legal, medicina, educación, arquitectura e ingeniería. Tras la sociedad convertirse en una más compleja y especializada, los números de ocupaciones que requieren un conocimiento y adiestramiento técnico más extenso ha incrementado drásticamente.
Atendiendo la necesidad del mercado, la industria de seguros cuenta con diversos productos que atienden una variedad de profesiones. Aunque no hay una definición establecida de lo que determina la aplicabilidad del término “profesional”, hay varias características que los unen.
Un profesional generalmente ofrece asesoramiento y/o servicios a cambio de una tarifa, posee una habilidad especializada adquirida por adiestramiento técnico, dispone de un alto grado de integridad, mantiene un alto sentido de responsabilidad a sus clientes, su conducta es regulada y la entrada a la profesión es controlada.
Los profesionales tienen el deber de cumplir con los servicios para los cuales fueron contratados y tienen el deber de realizar esos servicios de acuerdo con los estándares de conducta apropiada. Por consiguiente, si un cliente sufre un daño como resultado de un incumplimiento de un acuerdo (ya sea tácito o escrito), el cliente tiene derecho a ser restituido, en la medida que sea posible, a la misma posición que hubiese ocupado si el acuerdo entre las partes se hubiera ejecutado según lo prometido.
Las pólizas de responsabilidad profesional están diseñadas para proteger al profesional ante alegaciones de errores u omisiones que hayan causado daños a terceros. Las alegaciones comúnmente atendidas en este tipo de pólizas son: negligencia ejerciendo su profesión, errores u omisiones y trabajo de calidad inferior.
En los últimos cinco años se ha identificado una clara tendencia en incremento de cuantías pagadas como resultado de siniestros de responsabilidad profesional. En la profesión legal, por ejemplo, los pagos de indemnización por siniestros a raíz de esta exposición sobrepasaron los $700 millones para el año 2019. Esta cifra se ha cuadruplicado desde el 2011, lo que confirma la importancia para el profesional de proteger sus activos personales, transferir parte de este riesgo a través de una póliza de seguro.
Por ello, la cubierta es esencial para los programas de seguro de individuos y empresas. Un daño percibido por un cliente, aún sin fundamento, conlleva a gastos legales extensos que pudieran amenazar la estabilidad financiera de una compañía o los activos personales de un profesional. Comúnmente las pólizas incluyen los actos cubiertos, las personas y/o organizaciones aseguradas, detalles de gastos de defensa, bajo qué parámetros se activa la cubierta, el territorio de jurisdicción y exclusiones.
Además, la cubierta pudiera atender los gastos legales de procesos disciplinarios a consecuencia de esta exposición. A su vez, protege a la sociedad conyugal en caso de reclamaciones contra los bienes personales de un profesional.
Por su naturaleza, este tipo de pólizas están diseñadas para atender una profesión en específico. Por lo que, empresas que ejerzan más de una profesión pudieran requerir varias pólizas para atender adecuadamente su exposición. A diferencia de las pólizas de propiedad y contingencia, las pólizas de responsabilidad profesional difieren en definiciones y acuerdos de seguro entre las aseguradoras. Es importante que se asesore con un corredor de seguro que le pueda asistir en determinar su mejor opción.